Todos hemos oído a alguien quejarse de dolor de estómago o náuseas y afirmar que fue por algo que comió, o hemos leído titulares y noticias sobre el último brote de enfermedades transmitidas por los alimentos.
Las intoxicaciones alimentarias, o reacciones derivadas de enfermedades transmitidas por los alimentos, se han vuelto tan comunes que ya casi no alarman. Cada año, 48 millones de estadounidenses sufren alguna enfermedad transmitida por los alimentos.
La salmonela, la E. coli y el norovirus son solo algunos de los patógenos que pueden causar enfermedades si los alimentos no se producen, almacenan, transportan y preparan adecuadamente.
La seguridad alimentaria es importante desde el campo hasta la mesa, y en todo el proceso. A menudo pasamos por alto los peligros de las enfermedades transmitidas por los alimentos durante la producción, pero debemos crear una cultura de seguridad alimentaria donde estas enfermedades no se normalicen.
Además de prevenir enfermedades, la seguridad alimentaria también ahorra tiempo y dinero. Con frecuencia, las prácticas adecuadas de seguridad alimentaria son más eficientes y generan menos desperdicio de alimentos.
En resumen, una buena seguridad alimentaria es buena para el negocio: menos personas enfermas, menos desperdicio de alimentos y más dinero ahorrado.
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